A la participación en concursos y exaltaciones siempre se le ha concedido una importancia prioritaria, viviéndose como un oportunidad de experiencia cofrade, de trabajo en equipo, de proyección exterior de la Hermandad y de relación con otras cofradías, convirtiendo a los componentes de la cuadrilla en verdaderos embajadores y relaciones públicas de la Hermandad. Si Morata abrió una concepción del toque, la cuadrilla de concurso abre otra. Y si Morata dio prestigio a esta sección, su cuadrilla de concurso le dio lustre y brillo, o por lo menos así lo siente el cofrade de la Dolorosa. Si a esto sumamos la sucesión de lideres carismáticos y respetados al frente de la cuadrilla, los resultados obtenidos en este periodo que nos ocupa, y que continuarán en la siguiente etapa a describir, hacen que esta cuadrilla sea capaz de codearse y competir con los mejores historiales de Aragón. Y esto tiene merito, siendo un grupo en continúa renovación de integrantes, cuando estamos hablando de una cofradía cuya sección de instrumentos no es sino la décima en número de integrantes en procesión de todas las de Zaragoza. En 2006 sólo representaban el 3,7% del total de instrumentos que procesionaron en Zaragoza. Es la rémora que supone no pertenecer a un colegio o a una parroquia en concreto y que su antiguo origen gremial (comerciantes e industriales) ya no suponga motivo de enganche.
Entre 1987 y 1991 el acto de Zaragoza no tiene modalidad de concurso, pero a partir de 1992 siempre se ha quedado entre los tres primeros (ganándolo en 1993, 1994 y 1995 y posteriormente en 2001 y 2002), a excepción de 1996 en que se quedó 4º. También se consiguen buenos puestos en los Concursos de la Unión de la provincia de Zaragoza (Zuera, Alagón, La Puebla de Hijar y Fuentes de Ebro, cada año en una localidad desde 1987), ganándolo en 1987, 1993, 1996, 1998…….(hasta en doce ocasiones, de manera consecutiva los últimos ocho años), algo que nunca se consiguió en, lo que por aquellos años eran toda una tradición, la participación en el Concurso de Hijar en la mañana del Domingo de Ramos (se acudió al mismo entre 1971 y 1996), localidad a la que también se acudía con cuadrillas infantiles (llegó a ganar el concurso en 1995) y juveniles (un 4º puesto en 1995 su mejor posición).
Otras localidades a las que se asistió para participar en diferentes actos o exaltaciones fueron Albalate del Arzobispo (1983-1984), Samper de Calanda (Exaltación infantil 1985-1986), La Puebla de Hijar (1987-1992), Alcora (1990 y en 1991 Jornada Nacional del Tambor), Morata de Jalón (1997), Madrid (1997) y Calatayud (1998).
Los ensayos de concurso son fuente de inspiración y experimentación de marchas para la procesión. Sin embargo, la formación no tiene nada que ver con la imagen que veíamos de los concursos de los años 70 que eran un reflejo de cómo se formaba para la procesión. Se comienza a estudiar las posiciones y los sonidos para colocar a cada componente según lo que toque, como sea su técnica o la posición del jurado. Y a lo largo de estos años se evoluciona de presentarse en dos filas paralelas, donde los componentes con menos peso en el toque daban la espalda al jurado, a, con el paso de los años, mostrarse en subgrupos dentro de la misma formación en torno a los bombos (4 tambores en torno a un bombo), subgrupos aparentemente iguales, pero que con un reparto de voces, en el que difícilmente todos los componentes tocan lo mismo al mismo tiempo, coexiste una estructura basada en el liderazgo de un par de miembros por grupo en algunas ocasiones o de un par de grupos en otras.
Las piezas creadas para el concurso evolucionan en este periodo desde lo que suponía el mero encadenamiento de ritmos, pasando luego a las contestaciones de diferentes voces, para terminar con la superposición de diferentes sonidos y voces, de factura muy breve y rápida.